La pelea definitivamente declarada entre Hugo Moyano y el sindicalismo casi en su totalidad, y el gobierno, por la discusión salarial del año venidero.
Las demandas hasta ahora insatisfechas que persiste en enarbolar la central obrera
La sospecha de que un brote inflacionario aun mayor que el que muestran las cifras privadas es posible durante 2012.
Moyano y la Presidenta se han devuelto uno a uno los golpes, como dos contendientes arriba de un ring, en el medio de una pelea de mucho más largo aliento como será la que los enfrentará por los aumentos salariales de 2012. "El año que viene es dramático, por la puja entre el gobierno, que quiere evitar que se le dispare la inflación a costa de nuestros salarios, y los trabajadores, que no vamos a permitir que eso pase", dijo, el viernes, el secretario general de un gremio alineado con la conducción de la CGT. Con matices, ese pensamiento ha deparado al gobierno una mala noticia: coinciden en esa posición de dureza tanto Moyano y sus aliados como los gremios independientes, o los "gordos", que van y vienen en su relación con la Casa Rosada. Acaba de sumarse a esa mirada nada menos que Luis Barrionuevo, de la CGT disidente, y hasta en el ala kirchnerista de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) de Hugo Yasky, se expresan en forma parecida: que el gobierno reconozca ahora que hay inflación está bien, y que pida a los empresarios que bajen sus costos es saludable. Pero querer casi intervenir estatalmente las discusiones paritarias que deberán iniciarse en enero es algo inaceptable para el sindicalismo de cualquier signo. Las perspectivas desde la Casa Rosada no son mejores: "Cristina se hartó de los aprietes de Moyano", dijo, sin dobleces, un secretario de Estado que habita en Balcarce 50.
Moyano dobló la apuesta, la semana última, con una reunión del Consejo Directivo de la CGT que tuvo toda la impronta que se le quiso dar: mostrarle las garras a Cristina con la insistencia en reclamos que la Casa Rosada no está ni por asomo dispuesta a conceder, como el proyecto para repartir ganancias. Y le disparó otra de sus frases a la presidenta: "Nosotros vamos a seguir midiendo la inflación con los changuitos". La frutilla del postre: el camionero ha dado los primeros pasos para reflotar el Movimiento de Trabajadores Argentinos, algo así como el brazo político de la central obrera que, en décadas pasadas, encarnaron las 62 Organizaciones Peronistas.
Más Moyano (resulta que 'los Gordos' están complicados porque han apostado a que Cristina tiene 2 años seguros por delante).
Ricardo Cárpena entrevistó a Oscar Lescano en el diario La Nación:
-Entonces, usted quiere que Moyano se vaya, pero cuando venza su mandato, en 2012...
-Si queremos unidad, tiene que dejar la conducción de la CGT.
-Igual les conviene que siga él, así paga todo el costo político de estos meses complicados que vendrán, con más inflación, tarifas y precios que suben...
-Y sí, esto es lo que piensa más de un compañero: que se quede él, que se banque todo lo que se viene ahora, las paritarias, las problemáticas inflacionarias y demás. Eso es verdad.
-De todas formas, ¿les sirve Moyano hasta 2012 sin tanta llegada al poder como antes?
-No, es justamente la preocupación mía y de otros compañeros. No me importa que él siga en el consejo directivo como un secretario más, pero no en la cabeza: allí tiene que haber un conductor nuevo, preferentemente del área de la industria y con una buena relación con el Gobierno.
-¿Por ejemplo, Antonio Caló, el líder del gremio metalúrgico?
-Puede ser, es un buen candidato. O el de la industria automotriz.
-¿Se podrá cumplir la aspiración del Gobierno de tener un techo del 18 por ciento para los aumentos salariales?
-No, es muy difícil. Se puede llegar si hay un acuerdo económico y social para mantener el crecimiento y que no se escape la inflación. Podemos llegar con un techo, pero ayer [por el martes pasado] les pregunté a dos ministros si es verdad que ellos auspiciaban el techo del 18% y me dijeron que no. Tenemos que ser prudentes. Si queremos dar señales muy claras de lo que se viene, no hagamos lo que pasó. Tuvimos un acto eleccionario y pusimos toda la carne en la parrilla, nos pasamos del gasto normal y el Estado gastó mucho. Ahora no hace falta hacer propaganda de ningún tipo y así se pueden controlar algunas variables inflacionarias.
-¿El sindicalismo está dispuesto a algún aporte, a sacrificar reclamos salariales?
-No sé si están todos dispuestos, pero podría ser: ¿por qué no puede hacer un acuerdo el movimiento obrero con el Gobierno? Eso sí, tenemos que decir la verdad: no nos puede dar el 20 por ciento, por ejemplo, y que después los empresarios no controlen los precios de la canasta familiar y vayan aumentando. Tienen que congelar todo, por lo menos un año.
-Tampoco ayuda la perspectiva de un tarifazo a partir de este recorte de los subsidios...
-Yo no me adelantaría. Le digo honestamente: creo que no va a haber un aumento compulsivo. Va a ser gradual y no va a llegar a los barrios.
-Pero habla del fracaso político de Moyano y no dice nada de Cristina Kirchner, que privilegió a La Cámpora por encima de ustedes en las listas de candidatos.
-Es verdad, no podemos negar que La Cámpora prevaleció mucho más que el movimiento obrero.
-¿Y eso le duele? ¿Fue una equivocación de la Presidenta? Son jóvenes que recién empiezan en la política y desplazaron a veteranos que vienen apoyando al Gobierno desde hace mucho tiempo.
-Y sí, molesta, preocupa. Pero lo hizo también Néstor Kirchner y después ella también.
-¿Con Néstor Kirchner no estaban mejor los sindicalistas?
-Sí. (medita unos segundos) No, el que estaba mejor era Moyano. Cuando lo convocan para el partido peronista, invitó sólo a sus amigos y se olvidó del movimiento obrero, hay otros sectores que quedaron afuera.
-Si la situación económica se pone espesa, Cristina Kirchner los va a necesitar a ustedes para contener a la gente. Los chicos de La Cámpora no tienen poder real.
-Claro. A nosotros nos necesita. No somos imprescindibles pero somos necesarios para que haya paz social. Es verdad lo que dice un miembro de la CGT de que la conflictividad no llegó ni al 6 por ciento en estos últimos años. No hubo muchos conflictos. Le fue bien al Gobierno con el movimiento obrero, no debería cambiar.
-¿Sigue pensando que sus colegas Juan José Zanola y José Pedraza son presos políticos?
-Después de lo que hizo la Cámara con Zanola, que los retó el juez porque después de dos años no fue capaz de señalar los hechos ilícitos con pruebas, sigo pensando lo mismo. Zanola pudo cometer muchos errores, como confiar y tener algunos problemas financieros, pero no creo que esté en la falsificación de remedios...
-¿Y Pedraza?
-Ese caso es peor. Pedraza no va a matar a un chico [N. de la R.: se refiere a Mariano Ferreyra]. De alguna manera se lo hizo responsable a él como secretario general.
-¿Comparte la idea de Moyano de crear un partido de los trabajadores para tener más representación política?
-Sí, es buena la idea, pero hay que ver quién la conduce. El movimiento obrero fracasó ante el poder político. No tengo testigos, pero dicen que Moyano se peleaba mucho con Néstor Kirchner últimamente.
-Parece haber un horizonte en el que en algún momento se van a terminar peleando.
-Seguro que sí, va a terminar mal. Por eso, es mejor dejar ejercer la gestión. Hay muchas cosas, como asignaciones familiares, el tema del PAMI, el mínimo no imponible, que tienen que discutirse y no se están discutiendo porque no hay nadie con quien hacerlo. Este gobierno tiene dos años seguros de crédito. Después veremos qué va a pasar, pero por dos años el crédito lo tiene ganado.
º Es posible desmontar el mito cambiario de Guillermo Moreno... con información del Banco Central.
Hugo E. Grimaldi para agencia Diarios y Noticias:
Lo que más debe doler puertas para adentro del Gobierno es que a veces son los propios papers oficiales los que se encargan de refutar los conceptos que se tratan instalar desde los atriles, los cenáculos de reflexión K o desde las bajadas de línea de los medios oficialistas, como por ejemplo que los grandes operadores eran los que sacaban a mansalva los dólares del país para debilitar al gobierno que había ganado con 54% de los votos, que había que combatir el lavado de dinero o que las empresas transnacionales se llevaban sus ganancias al exterior. Estas fueron las justificaciones más escuchadas para defender las restricciones a las compras de dólares. Sin embargo, en el habitual Informe sobre la Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios que publicó el jueves pasado el Banco Central de la República Argentina (BCRA) se señalaron tres cosas con toda claridad:
a) que la salida neta de dólares ya se viene verificando desde hace varios años y que durante la gestión CFK los giros al exterior o al colchón sumaron casi U$S 70 mil millones, una vez y media las reservas actuales. Solamente este año, en nueve meses se fugaron U$S 18,3 mil millones.
b) que la demanda de dólares del tercer trimestre fue motorizada por "parte de la franja de ahorristas de montos menores" y que 45% de ellos compraron menos de U$S 10.000 por mes, en operaciones que no parecen ser originadas en el lavado de activos.
c) que los giros al exterior de las empresas fueron casi similares a los del año 2010, con lo que las especulaciones paranoicas se autodestruyen.
º El Estado de Cristina distorsiona los precios de la energía. No es un tema menor. Y no hay equilibrio cambiario posible si no se bajan las importaciones de energía. ¿Qué es lo que no entienden Julio De Vido y Amado Boudou?
Néstor Scibona en el diario La Nación, destruyendo otros mitos K:
La mayor paradoja es que esto ocurre con altos precios internacionales del petróleo, que en los últimos días -crisis externa de por medio- volvieron a cruzar la barrera de 100 dólares por barril. Sin embargo, esta teórica ventaja es solo aparente. Fuera del sector petrolero, pocos tienen en cuenta que las exportaciones de crudo están sujetas a una retención que porcentualmente casi duplica a la de la soja (35%). En efecto, el Estado se queda con toda diferencia de precios que exceda de los 42 dólares el barril y, por lo tanto, en la actualidad equivale a 58%. Para las compañías petroleras es más negocio venderlo en el mercado local, a precios que pueden llegar a 73 dólares en el caso del crudo más liviano y de mayor calidad.
También prefieren, salvo escasas excepciones, extraer más petróleo de los yacimientos conocidos (muchos en fase de declinación) que invertir en exploración de nuevas áreas productivas.
Para corregir esta distorsión, el gobierno kirchnerista lanzó en 2008 el programa Petróleo Plus, una política caso por caso que permite a las empresas que aumenten inversiones compensar mediante certificados fiscales aquella diferencia de precios. Sin embargo, la operatoria resulta tan engorrosa (deben certificar trimestralmente aumentos de producción y de reservas), que hasta los más optimistas confiesan en privado que así se tardarán años en revertir la tendencia.
Otra paradoja es que las destilerías operan casi al tope de capacidad por el aumento del consumo interno y la fuerte expansión del parque automotor, pero ello ha dado lugar a inversiones con cuentagotas. En tanto, declina el número de estaciones de servicio independientes, cuyos ingresos se deterioran frente al incremento de la inflación y los costos internos.
Según un estudio de Cecha (expendedores), este sector pyme -que factura 40.000 millones de pesos al año y emplea a más de 48.000 trabajadores- sufrió en lo que va de 2011 el cierre de 200 estaciones de servicio y mantiene una "tasa de mortalidad" de 5% anual, que puede advertirse en muchas rutas del país.
Lo que en este sector no ha cambiado es la voracidad fiscal: de hecho, las estaciones de servicio actúan como agentes de recaudación impositiva, ya que cada automovilista que carga nafta (cuyos precios subieron más de 20% en el último año) paga allí 66% de impuestos.
Gas más caro
No por más conocido, el caso del gas natural presenta menos distorsiones. Nadie se ha encargado de explicar la razón por la cual durante la era K las empresas que producen en la Argentina perciben un precio promedio regulado de 2,5 dólares el millón de BTU (unidad de medida), equivalente a una tercera parte del que se importa desde Bolivia (a casi 8 dólares) y a una cuarta parte de las crecientes compras de gas natural licuado (GNL, a 12/13 dólares). Según varios especialistas que se refugian en el off the record , la creciente actividad importadora estatal desvirtúa además el objetivo de Enarsa, creada originariamente para estimular la inversión y exploración de hidrocarburos. Hoy, en cambio, su principal actividad es actuar como trader , cuyos ingresos (comisiones) suben en relación directa con las mayores importaciones de GNL o fueloil.
La brecha entre precios internos regulados y externos de mercado se ha extendido durante tanto tiempo que cualquier cambio de política tampoco produciría resultados a corto plazo. Pero mantener todo como está augura mayores problemas a futuro.
En la Argentina, 57,4% de la generación de electricidad depende de combustibles líquidos y gas cuya producción declina; las importaciones de GNL ya representan, en promedio, 20% de la demanda interna anual, y en los próximos cinco años no entrará en servicio ninguna nueva central hidroeléctrica. Aquí la respuesta del Gobierno ha sido el plan Gas Plus, otra política caso por caso que reconoce mayores precios (de 4/5 dólares promedio por millón de BTU) a las compañías que inviertan en nuevas áreas o tecnologías para incrementar la producción. Hay 20 proyectos en ejecución a cargo de cinco empresas, que hoy extraen unos ocho millones de metros cúbicos diarios (sobre un consumo de 120 millones) y unos 60 sujetos en trámite. Pero este programa tiene sus bemoles. Uno es que no establece expresamente que las ventas son no redireccionables, lo cual implica que las industrias que adquieran el gas a precios más altos no están exentas del riesgo de cortes si falta en invierno. Esto explica que Cammesa, la operadora mayorista eléctrica, sea hoy el mayor comprador para entregarlo a las generadoras eléctricas.
Otro es que se acaba de establecer un insólito cargo fijo sobre el uso del gas que empleen en sus propios yacimientos o plantas separadoras (equivalente al precio interno de 2,5 dólares) para financiar importaciones estatales.
La buena noticia es que aquel incentivo hace que la Argentina tenga potencial para desarrollar recursos de petróleo y gas no convencional ( tight o shale ) y transformarlos en reservas probables. Pero ello requiere enormes desafíos técnicos y financieros: las inversiones necesarias representan una relación de 10 a 1 con respecto a la exploración y producción convencional; la tecnología para perforar pozos horizontales con fracturas geológicas (con uso de compresores de hasta 40.000 HP) es importada y muy costosa; implica más pozos de exploración, más financiamiento e inyectar 100 veces más agua, lo cual obliga a prevenir riesgos ambientales. En los Estados Unidos comenzaron a aplicar estas tecnologías hace 30 años; el 50% de la producción ya proviene de esos yacimientos y el precio del gas se ha reducido a entre 4 y 5 dólares por millón de BTU. (...)".