En los últimos dos meses, el deterioro del contexto internacional ha sido significativo, y la creciente incertidumbre financiera generó un vuelo hacia la calidad que derrumbó las cotizaciones de los activos riesgosos.
En este contexto de creciente incertidumbre, se observa una mayor restricción crediticia que inclina definitivamente la balanza hacia una nueva recesión en el viejo continente, situación que tendría impacto en Estados Unidos.
Los países emergentes muestran una posición más robusta, pero no están exentos de riesgos, ya que cayeron los precios de las commodities, aumentaron sus primas de riesgo y se devaluaron sus monedas, dijo la consultora Ecolatina en un informe. En este marco, preocupa la dinámica de variables clave para Argentina, como el precio de soja, del Real y el riesgo país. No obstante, si las autoridades de países desarrollados están a la altura de las circunstancias, aún tienen cierto margen para evitar una recaída mundial. De todas maneras, hay que tomar nota de que ya no sopla viento de cola para la Argentina, lo que implica adaptarse a un escenario más hostil, dijo la consultora.
Un recrudecimiento de la crisis mundial impactaría sobre la Argentina por tres vías: menor demanda de productos, caídas de precios de materias primas y mayores dificultades para acceder al financiamiento externo, tanto para el Gobierno como para los privados.
El denominador común de los tres canales de impacto (cantidades, precios y riesgo país) es la menor cantidad de divisas con las que contará el país en 2012. Si la restricción externa es leve, el efecto puede limitarse a tensiones sobre el tipo de cambio, las reservas y las tasas de interés, pero si se profundiza se puede resentir la actividad.
De todas maneras, no preocupa sólo el mundo: también será clave lo que ocurra con la fuga de capitales, que en 2011 podría superar US$ 22.000 millones. Si el escenario mundial es malo y la salida de capitales se mantiene en los actuales niveles es muy probable que la actividad se desacelere abruptamente, indicó Ecolatina. En cambio, la reducción de la salida de capitales permitiría aliviar significativamente los efectos del peor escenario. Por caso, una caída de las exportaciones similar a la de 2009 (US$ 14.000 millones) se compensaría en buena medida si la fuga, por ejemplo, se reduce a la mitad. Bajar la fuga de capitales también toma más relevancia si se tiene en cuenta que los colchones (superávit fiscal y de cuenta corriente, reservas de libre disponibilidad) son menores que en la crisis previa. De esta forma, puede verse que ante un contexto mundial cada vez más adverso, reducir la fuga de capitales no sólo es el mayor desafío de la economía sino también la mayor fuente de financiamiento potencial, evaluó la consultora.
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